Nuestra vida no fue sencilla, durante muchos años tuve la sensación de que cada día era un reto, cada día una lucha por sobrevivir y tratar de agarrarse a la esperanza de que en algún momento las cosas irían mejor.
Y lo hacía, mamá, casi siempre logré hacerlo, creer que las cosas podrían ir mejor.
Hasta ese día, aún en los momentos más complejos en los que todo parecía ya imposible, en mi habitaba la llama de la magía, la llama de la vida, y la llama de la fe, … la fe en que todo podría cobrar un sentido, y si no lo cobraba, lo tenía ya por tí.